martes, 28 de febrero de 2012

Cuencas hidrográficas del centro y N de México

     Las cuencas mexicanas no se caracterizan por ser ni muy extensas ni muy caudalosas. En muchos casos, apenas alcanzan a cubrir el abastecimiento de agua a los pobladores y cultivos esparcidos en sus superficies. Esto ocurre tanto en las que desembocan en el golfo de México (Atlántico) como en las que lo hacen en el Pacífico.

     Desde la época prehistórica, la cuenca de mayor importancia en términos de desarrollo humano es la del valle Central (valle de México), a la que pertenece el lago Texcoco. En realidad se trataba de una serie de lagos encadenados, con características diversas entre sí: la parte N del lago era salada, la parte S de agua dulce. Por eso los aztecas construyeron diques que impedían el contacto de las aguas entre ambas partes. Así garantizaron el suministro permanente y abundante para la capital, Tenochtitlan, y para el cultivo a través del sistema de chinampas -islas artificiales de altísima fertilidad-. Eso se muestra en el gráfico superior.



     El segundo gráfico muestra el avance de la ciudad de México y su Distrito Federal sobre gran parte del lago, lo cual genera problemas de todo tipo: desde el progresivo desecamiento (situación muy grave en una zona semiárida como el valle de México), hasta la poca resistencia de los cimientos de las construcciones, debido al subsuelo barroso (esto, en una zona donde se repiten frecuentes terremotos; ver entrada correspondiente a las cordilleras terciarias de Norteamérica en el blog, donde se comenta algo sobre el terremoto de septiembre de 1985).



     La ciudad de Nezahualcoyotl -o Neza- es una de las situadas en los alrededores de México, construida sobre el antiguo lecho del lago. Una parte del mismo se ve al fondo de la imagen.

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