martes, 18 de junio de 2013

Cuenca del Plata II: el Alto Paraná y sus afluentes

     El Paraná nace en el centro del Brasil, más precisamente en la confluencia de los ríos Paranaíba (al que se observa en la primera foto, en una vista aérea) y Grande. Provinietes de diversas serranías, sus respectivas fuentes están separadas por pocos kilómetros de las del río Sao Francisco y sus afluentes. El Paranaíba forma el límite entre Minas Gerais y Goiás; mientras el Grande es la frontera entre Minas Gerais y Sao Paulo.


     A partir de dicha confluencia, avanza en dirección N-S siendo límite entre los estados de Sao Paulo y Paraná (en su ribera izquierda) con Matto Grosso do Sul y la república del Paraguay, en la derecha. Uno de sus mayores y más largos afluentes es el Tieté, que nace a poca distancia del mar en las serranías que se hallan entre las ciudades de Sao Paulo y su puerto, Santos. Al cruzar por la mayor ciudad sudamericana, el cauce del Tieté fue rectificado en una distancia de varios kilómetros. Aunque no se puede decir que esté perfectamente limpio, en los últimos años las autoridades lograron mejorar bastante su aspecto (y la composición química de sus aguas), ya que tiempo atrás estaba tan contaminado como el Riachuelo.


     Otro de los mayores afluentes del Paraná, con unos 1320 km de longitud y un caudal promedio de unos 1750 m3/seg., es el Iguazú. Nace en la Serra do Mar, en el estado brasileño de Paraná, y poco más adelante pasa junto a su capital, Curitiba.



      En su curso ya funcionan tres centrales hidroeléctricas, y hay otra en construcción por estos días (mediados de 2013). Las Cataratas, una de las 7 Maravillas Naturales de la Humanidad a partir de la votación llevada a cabo en 2012 por la UNESCO, deben su existencia a la presencia de rocas basálticas dificilísimas de erosionar por parte del agua, a la vez que al fenómeno de erosión retrocedente provocado por el avance de las aguas del Paraná a una altura mucho menor. Esto es lo que hace a las aguas del Iguazú (lo mismo que a casi todos sus afluentes en la región) atravesar rápidos y saltos para alcanzar la cota del río colector. La Garganta del Diablo se va extendiendo, de modo imperceptible a simple vista, y alejándose centímetro a centímetro de los demás saltos que integran el conjunto de cascadas del río.


      Se pueden apreciar las paredes rocosas de la meseta, como así también el entorno selvático (propio del clima subtropical sin estación seca) protegido por parques nacionales tanto en la costa brasileña como en la argentina.


     No sólo sus afluentes sortean rápidos y cataratas: en el límite entre Brasil y Paraguay se hallaban los Saltos del Guayrá (Sete Quedas para los brasileños), que quedaron sumergidos tras el colmatamiento del lago artificial creado para cubrir las necesidades de la central de Itaipú.


     Aguas abajo del Iguazú, los arroyos misioneros también deben avanzar por la meseta. Y por eso mismo, también hay infinidad de saltos en dicha provincia. Quizás el más espectacular sea el Salto Encantado del arroyo Cuñá Pirú, con 64 metros de caída. 


     Luego de su paso por Posadas-Encarnación que podemos observar en la última fotografía, con el puente internacional San Roque González de Santa Cruz en primer plano, el Paraná superaba los rápidos de Apipé. En ese sitio fue construida la central de Yacyretá entre Argentina y Paraguay. Comparte varias características con Itaipú: su tamaño, capacidad de producción y los respectivos lagos artificiales son muy similares. Y además comparte el apodo de "monumento a la corrupción" (en el caso argentino, aplicable a todos los gobiernos desde el de María Estela Martínez de Perón hasta el de Duhalde, o sea, de mediados de la década del '70 hasta principios del siglo XXI).






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